En estos tiempos de confinamiento y casi total aislamiento en los domicilios, desde la Criminología como ciencia social y multidisciplinar surge el interés por saber cómo va a evolucionar el crimen ante este nuevo escenario que se ha planteado. Desde distintas teorías criminológicas como la Teoría de las actividades rutinarias, Teoría de la elección racional, Teoría del patrón del delito, Teoría General de la delincuencia o del autocontrol, etc; se intenta analizar qué tipos delictivos van a aumentar, cuáles van a disminuir, cómo se van a adaptar los victimarios a las nuevas circunstancias sociales, qué tipo de víctimas van a surgir, y cómo van a poder convivir en el mismo domicilio victimario y víctima en muchos casos; así como si el control social va a ser adecuado o no para poder proteger a estas víctimas y adaptarse a los nuevos tipos delictivos que surjan.
Dentro de los tipos delictivos que pueden aumentar hay que prestar especial atención a los que se produzcan en la intimidad de los domicilios, la conocida como violencia intrafamiliar. Con el aislamiento se produce la convivencia dentro de los domicilios de varios miembros de la familia. En numerosos casos se dará la situación de que el núcleo familiar esté formado por muchas personas que tengan que compartir un espacio reducido, sin posibilidad de tener vías de escape como poder ir a trabajar, salir a la calle, etc. Imaginemos un núcleo familiar formado por una pareja con hijos pequeños y donde además convivan los abuelos, todo esto en un piso de pongamos 70 metros cuadrados con un único baño a compartir por toda la familia. La convivencia durante un mes o más tiempo en estas condiciones debe ser cuando menos complicada.
Si al ejemplo anterior le añadimos que un miembro de la familia ejerce violencia sobre otro u otros miembros, la combinación ya es explosiva de por sí. ¿Cuánto tiempo podrá transcurrir antes del estallido de la violencia, teniendo en cuenta cómo hemos dicho antes que no existen vías de escape?
Hemos nombrado a los distintos miembros que pueden formar el núcleo familiar, pero también debemos tener en cuenta todos y cada uno de los distintos modelos familiares que actualmente existen en la sociedad, y donde en cada uno de ellos, evidentemente, puede surgir también la violencia; pero se ha puesto este núcleo familiar como ejemplo más ilustrativo de confinamiento.
Desde la perspectiva de la Victimología, en la violencia intrafamiliar tenemos un victimario que es la persona que ejerce e impone su control a través de la violencia al resto de miembros de la familia. Y como víctimas, consideradas en este tipo delitos víctimas especiales, a los miembros más vulnerables del núcleo familiar, como son la mujer, los niños y las personas mayores/dependientes que puedan convivir en el domicilio. Llegados a este punto, hay que recordar que en la mitad de domicilios de España convive un miembro más en los núcleos familiares, como son los animales domésticos. Estos forman parte de las familias, conviven en el mismo espacio y sufren el mismo hacinamiento que el resto de miembros. Por lo tanto, si comparten espacio y comparten hacinamiento, también comparten y reciben la misma violencia que el resto de víctimas especiales ya mencionadas.
Los animales domésticos suelen ser una víctima olvidada en la violencia intrafamiliar. Aparecen en estos tiempos muchos artículos que hablan sobre este tipo particular de violencia, como por ejemplo el llevado a cabo por el Dr. Cesar San Juan titulado Daños colaterales en la guerra contra el coronavirus: la violencia intrafamiliar; mencionándose en todos ellos a las víctimas vulnerables sobre las que hay que prestar especial atención como son la mujer, los menores y las personas mayores/dependientes, pero muy pocos o ninguno menciona o tiene en cuenta a los animales como una víctima más.
Este miembro más de la familia debe ser considerado una víctima especial por sus peculiares características, es decir, es una víctima que necesita de la voz de un humano para poder denunciar el maltrato físico o psicológico que está sufriendo. Una vez hecha esta afirmación, alguien podrá pensar que cómo puede sufrir maltrato psicológico un animal de compañía, pues a continuación vamos a intentar explicar los distintos tipos de violencia que puede sufrir esta víctima.
Los animales de compañía son seres vivos sintientes y dependientes. Necesitan de los cuidados de una persona para poder sobrevivir. Deben recibir alimentación y cuidados básicos de higiene y sanitarios para poder desarrollar su vida física y psicológica de una manera adecuada. Como víctimas, pueden ser una víctima directa o una indirecta. Como víctima directa lo puede ser por acción o por omisión; por acción al recibir directamente la agresión por parte del victimario; y por omisión, al no recibir los cuidados y atenciones necesarias de sus necesidades básicas (no alimentarlo, no socializarlo adecuadamente, falta de cuidados veterinarios, falta de un lugar adecuado donde vivir, etc). Como víctima indirecta, al sufrir la persona que esté a su cargo la agresión por parte del victimario, esta deja de poder atender las necesidades básicas del animal, sufriendo este las consecuencias de esa agresión, y pasando a ser una víctima más.
Dentro de la violencia intrafamiliar, los animales de compañía pueden ser utilizados por los victimarios como método de control para imponer su criterio a través de la violencia al resto de miembros del núcleo familiar. Es decir, violencia hacia el animal, o se amenaza al resto de la familia con hacerle un daño al animal si no se cumple su voluntad. En este caso se estaría utilizando una violencia coercitiva, que le aporta como ventajas al victimario la menor pena que supone un delito de maltrato animal en comparación con un delito de violencia en el ámbito familiar, tener un poder a través de la violencia explícita sobre el resto de la familia y conseguir la sumisión de estos miembros.
Como consecuencias negativas en el resto de la familia se puede destacar un aprendizaje vicario por parte de los niños o menores que formen parte del núcleo familiar, interiorizando y dando como buena esta conducta violenta para conseguir todo aquello que quiera. También se puede producir la conocida como escalera de la violencia, donde la violencia ejercida por el miembro que ocupa el lugar jerárquico más alto se produce hacia el que ocupa el lugar inmediatamente inferior; este la realiza sobre el que se encuentra por debajo de él, así sucesivamente hasta que acaba con la violencia hacia el miembro más débil o vulnerable de la familia, siendo estos los menores y los animales domésticos.
Tal es la importancia de los animales domésticos dentro de los núcleos familiares que muchas mujeres víctimas de violencia de género o de violencia familiar no quieren abandonar su domicilio si no es en compañía de sus animales. Es una decisión muy dura el tener que abandonar el domicilio dejando a su ser querido con la persona que la está maltratando, sabiendo que puede hacer daño al animal para hacerla daño a ella.
En este sentido, la Dirección General de Derechos de los Animales, en coordinación con el programa VioPet, ha puesto a disposición de todas las personas víctimas de violencia intrafamiliar y violencia de género un número de teléfono al que poder dirigirse si se encuentran en la situación de tener un animal doméstico del que no se quieren separar o el cual no tienen con quien dejar para que lo cuiden adecuadamente. (Se aportan los distintos números de teléfono al final del artículo).
Desde la Criminología, donde en los últimos tiempos se ha devuelto la importancia y el protagonismo a la víctima, hay que dar solución a la problemática que surge con todas estas víctimas especiales que provoca la violencia intrafamiliar. Dentro de estas víctimas, nos encontramos a los animales domésticos, los cuales forman parte de las familias, pero no tienen la protección jurídica adecuada. Sufren las consecuencias negativas de toda la violencia que se puede ejercer dentro de un determinado domicilio, pero no están reconocidos como una víctima más, con sus especiales características.
Para finalizar este artículo, si eres víctima de violencia intrafamiliar o conoces algún caso donde se pueda estar dando esta situación, desde la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género se facilitan varios números de teléfono en los que asesorarse y denunciar, siendo estos el 016, como teléfono de información y asesoramiento ante la Violencia de Género; el 112 como teléfono de emergencias de la Comunidad de Madrid; y los números 682 91 61 36 y 682 50 85 07 como teléfonos donde poder recibir ayuda y apoyo psicológico.
De la misma manera, la Dirección General de Derechos de los Animales, en colaboración con el programa Viopet, pone a disposición el número de teléfono 673 76 53 30, habilitado para gestionar espacios seguros para los animales en casos de Violencia de Género.
Fdo: Grupo de trabajo sobre Maltrato Animal del Colegio Profesional de la Criminología de la Comunidad de Madrid.