Category: Criminología Educativa

Uvalde: Ciudad sin ley y en manos de Salvador Ramos (Análisis Criminológico)

Redacción:
Sandra Calvo Jiménez
 Mª del Carmen Esparza Morales
Adrián Rodríguez Molina

Puedes descargar el artículo en el formato original haciendo click aquí o desde la página del Grupo de Trabajo de Criminología Educativa.

Introducción

 El pasado día 24 de mayo la ciudad de Uvalde, en Texas, EE.UU, quedaría en shock, presa de la tragedia y el horror, al conocer que Salvador Ramos, un joven lugareño, habría provocado un tiroteo en una escuela de Primaria, que terminaría cobrándose la vida de veintiuna personas, entre ellas, diecinueve estudiantes y dos profesoras, siendo él, finalmente, abatido por la Policía. Este no es más que otro de los tantos tiroteos masivos y de gran repercusión mediática que han tenido lugar en escuelas de Primaria y Secundaria en EE.UU. durante las últimas décadas. Todos recordaremos, por ejemplo, la masacre en el Instituto Coulombine en 1999.

Pero, vayamos un paso más allá, y es que, conforme han ido pasando los días hemos conocido más detalles sobre la vida de este joven, a quien familiares y amigos describen como un adolescente con problemas, muy callado, más bien tímido, solitario y que pasaba gran parte del tiempo aislado en su habitación jugando a videojuegos como ‘Fortnite’ y ‘Call of Duty’, de los que era muy aficionado. Amigos cercanos a Salvador Ramos confirman que el joven sufría acoso escolar de manera frecuente y, por parte de muchas personas, y no solo dentro del entorno educativo, sino también a través de las redes sociales. Al parecer, sus dificultades en el habla, por un marcado ceceo, su tartamudez, así como su forma de vestir y las carencias económicas de su familia eran los principales motivos por los que se mofaban de él, lo que despertaba en el joven episodios de agresividad que se manifestaban en continuas discusiones con compañeros y familiares, llegando incluso a autolesionarse.

Por su parte, revelaciones de algunas compañeras de Ramos también apuntan a que el joven era especialmente violento con las mujeres; y citan textualmente: “Él daba miedo”. Otras fuentes apuntan a que su relación con las chicas era casi inexistente o sólo a través de las redes sociales, donde empleaba un lenguaje inapropiado.

Pasted Uvalde: Ciudad sin ley y en manos de Salvador Ramos (Análisis Criminológico)

Imagen:https://www.google.com/maps/@29.2003965,-99.7880747,3a,75y,203.93h,91.57t/data=!3m6!1e1!3m4!1s68R5iYa8F5NI9dhQNeqypQ!2e0!7i16384!8i8192

Todo esto nos lleva a pensar que de nuevo estamos ante una problemática de base, como es el acoso escolar. Por lo anterior, quedan de manifiesto reflejadas algunas de las características que definen a este fenómeno social, como es el acoso escolar, cuyo principal objetivo es mermar la autoestima de la víctima, procurar su sometimiento en cualquier de sus formas, ya sea en el plano emocional, social u otros, mediante una serie de agresiones físicas y/o verbales que en último término buscan satisfacer la necesidad de control y dominio de quien agrede. Son, entre otras, características propias del acoso escolar:

  • Ataques sistemáticos. Ramos sufría acoso escolar de manera repetida. No era un hecho aislado, puntual. Una vez más queremos decir que: ‘El acoso escolar no es cosa de niños’.
  • Uno o más agresores. Se conoce que en la perpetración de los ataques había más de una persona implicada. Estamos ante el binomio agresor – víctima.
  • Acoso o ciberacoso escolar. Se daba tanto dentro del entorno educativo (acoso escolar) como fuera de este, a través de la RR.SS (ciberacoso escolar o ciberbullying).
  • Hechos injustificados. Nada justifica el maltrato en ninguna de sus formas. Una determinada forma de vestir, tener alguna característica que nos diferencie de los demás (en su caso, el marcado ceceo, por ejemplo), o un nivel económico inferior al de otras familias no son motivo alguno para ridiculizar o minimizar a una persona. Estaríamos principalmente ante un tipo de acoso verbal (se burlaban de él por su tartamudez) y social (le apartaban del grupo de iguales).

No podemos pasar por alto el entorno familiar disruptivo de Ramos, que en absoluto favorecía su correcto desarrollo evolutivo, dados los numerosos antecedentes delictivos de sus propios familiares, y la facilidad para la adquisición de armas en EE.UU. (él mismo se autorregaló dos rifles semiautomáticos por su 18 cumpleaños), como ya hemos mencionado con anterioridad y de manera muy resumida, por no ser esto último objeto del presente artículo.  Podemos presumir, sin lugar a dudas, que Ramos tenía una vida complicada, que ha ido marcando poco a poco su carácter agresivo y definiendo un comportamiento cada vez más alejado de las normas sociales comúnmente aceptadas para vivir en sociedad de manera armónica.

Como sociedad debemos tomar conciencia de que el acoso escolar está presente en muchos centros escolares y que no es un tema baladí que tengamos que pasar por alto, sino que merece toda nuestra atención. Que nuestros esfuerzos deben ir encaminados a proteger a la víctima, sin olvidarnos de que el acosador también necesita ayuda y que hay un tercer elemento, que merece la pena mencionar, además del agresor y la víctima, como pueden ser los observadores, aquellos que, sin ser parte directa de los posibles ataques, ya sean estos físicos, verbales, sexuales, etc., se quedan impasibles sin pronunciarse ni a favor ni en contra de la víctima, tal vez por el miedo a sufrir las represalias del agresor.

En el presente artículo, trataremos de exponer de manera pormenorizada y desde una visión criminológica ante qué tipo de sujeto estamos, quién es realmente Salvador Ramos, dentro de qué tipología delincuencial podría encajar, cuál sería su perfil criminal, qué factores han contribuido a la perpetración de semejante acto y, además, expondremos qué teorías criminológicas podrían explicar su conducta.

Te invitamos a que, a través de estas líneas te sumerjas y profundices en este caso de reciente actualidad.

Salvador Rolando Ramos (Dakota del Norte; 16 de mayo de 2004 – 24 de mayo de 2022). Edad 18 años.

Antecedentes

 ANTECEDENTES FAMILIARES:

  • 1993. La abuela de Salvador Ramos, Celia “Sally” Martínez González es acusada de un delito menor.
  • 2003. La madre de Salvador Ramos, Adriana Reyes, es acusada de escribir un cheque sin fondos.
  • 2005. Adriana Reyes se declara culpable de un delito de fraude.
  • 2007. Adriana Reyes es acusada de agresión a un familiar.
  • 2011. Salvador Ramos (padre) es acusado de asalto agravado con un arma mortal.

ANTECEDENTES DE HECHO:

Jueves, 12 de mayo. Salvador Ramos, a través de Instagram, intercambia mensajes con una chica de California a la que sin conocer de nada pregunta si quiere volver a publicar fotos de su pistola.

Lunes, 16 de mayo. Salvador Ramos cumple 18 años.

Martes, 17 de mayo. Ramos compra legalmente un rifle de asalto semiautomático del tipo AR en un comercio local de venta de armas.

Miércoles, 18 de mayo. El joven compra 375 rondas de municiones.

Viernes, 20 de mayo. Ramos compra un segundo rifle de asalto semiautomático del tipo AR en el mismo comercio local.

Sábado, 21 de mayo. Aparece una foto de dos rifles AR15 en una cuenta de Instagram (nombre de usuario “salv8dor_” vinculada al sospechoso).

Martes, 24 de mayo. Se produce un tiroteo en la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas, EE. UU. Salvador Ramos abre fuego en esta escuela, matando a veintiuna personas, diecinueve estudiantes y dos profesoras, e hiriendo a otras diecisiete.

  • Las autoridades apuntan a que el ataque comenzó alrededor de las 11:30 a.m. (aunque hay versiones que apuntan más cerca del mediodía, 12:00 m.).
  • 16 a.m., el joven, enviaría un mensaje a una chica con la que días previos había entablado una conversación vía Instagram. El mensaje decía: “Voy a ello”. Otros mensajes que Ramos había enviado a la chica en la madrugada del martes, decían así: “Estoy a punto de …”, “Te lo diré antes de las 11”, “Hay un secretillo que me gustaría contarte”. Más tarde, y tras enterarse de los hechos, la chica argumentaría: “La única razón por la que le respondí fue porque me asustó”.
  • Sobre las 11:00 a.m., unos 30 minutos antes del tiroteo, Ramos escribió en la red social Facebook: “Voy a disparar a mi abuela”. Poco después, añadía una segunda publicación: “Ya disparé a mi abuela”.
  • 15 minutos antes de estrellar el vehículo e irrumpir en el colegio, el joven escribía la que sería su tercera y última publicación: “Voy a disparar en una escuela primaria”.
  • Se estima que sobre las 11:28 a.m., llega a las inmediaciones del colegio, impactando el vehículo que conducía, una camioneta familiar, en una zanja próxima.
  • 11:32 a.m., comenzaría el tiroteo, según estima el jefe de policía del distrito de Uvalde.
  • 11:33 a.m., Ramos accede al colegio a través de una puerta tras intercambiar disparos con un oficial de policía y evadir al agente, encerrándose en un aula que estaba conectada a otra mediante una puerta, comenzando a disparar a quienes se encontraban en ambas, según numerosos relatos de testigos y policías.
  • 11:43 a.m., la escuela primaria Robb anuncia a través de la red social Facebook su cierre por disparos en la zona.
  • 11:53 a.m., una transmisión pública a través de un canal de radio, utilizado por trabajadores locales de EMS, informa que un teniente ha solicitado una respuesta a la zona de la escuela.
  • A las 12:10 p.m., los coches de Policía habían establecido un perímetro en las inmediaciones del colegio.
  • 12:17 p.m., autoridades escolares anuncian a través de las redes sociales que “hay un tirador activo en la escuela primaria de Robb”.
  • 12:52 p.m., se siguen escuchando disparos, según grabaciones de radio.
  • En torno a las 13:00 p.m., Salvador Ramos habría sido abatido por los agentes.
  • 13:06 p.m., efectivos de la policía de Uvalde comunican en las redes sociales el fin del ataque.

Perfil Criminal

 La literatura científica establece utilizar un término que englobe a todos los asesinos que matan a varias personas. Este término sería el de “asesino múltiple”. Los matices los distinguen en varios subtipos de asesinos múltiples, encuadrando dentro de ellos el subtipo de asesino en serie (AS), junto al asesino en masa (AM), y al frenético (AF). Hay dos criterios básicos para distinguir los distintos subtipos: uno es el lugar donde se cometen los asesinatos y el otro, es el tiempo transcurrido entre los distintos asesinatos.

En el caso de Salvador Ramos, que es el que nos ocupa, hablamos del subtipo asesino en masa, que es por definición, aquél sujeto que mata a cuatro o más víctimas en un mismo momento temporal y en un mismo espacio físico. No existe periodo de enfriamiento en ellos -particular propio de los asesinos en serie-, ya que los asesinatos se producen de manera sucesiva o en muy breve espacio de tiempo entre ellos.

El lugar no tiene que ser el mismo espacio donde se concentren todas las víctimas, sino que puede darse cierto desplazamiento por la zona sin que implique viajar o alejarse en exceso del lugar donde se inician los asesinatos, en las que el asesino se desplaza por el campus o por las distintas aulas o salas de profesores, baños, bibliotecas, etc. disparando indiscriminadamente a compañeros, profesores, personal que trabaja en las instalaciones, etc. Jiménez Serrano, J., 2014.

Salfati y Canter, 1999, establecen una clasificación de asesino basada en su motivación y la interacción agresor-víctima, entre los que podría caber la situación vivida por Ramos en el momento de la comisión del delito, siendo esta, según establecen los arriba citados, la de asesino Expresivo-Impulsivo, entendido como aquel que reacciona ante un estado emocional intenso, proyectando con su crimen la ira o la venganza que se produce mediante un ataque fulgurante, desbocado, explosivo contra un tipo concreto de víctima, con un significado también muy concreto para el asesino.

En lo referente a la motivación, que bien sirve para cualquiera de los subtipos de asesinos múltiples, Salvador Ramos podría haber cometido la acción delictiva empujado por una necesidad de venganza-justificación pues, en líneas generales, los asesinos múltiples y, por ende, los del subtipo que nos ocupa -en masa- se consideran víctimas y justifican su violencia en función del maltrato sufrido por ellos durante su vida, lo que les habría provocado un cúmulo de ira y odio que descargan en sus víctimas. De esta forma, racionalizan sus acciones auto exculpándose y siendo conscientes a la vez del daño ocasionado. Presentan empatía cognitiva con su víctima, pero no emocional, comprendiendo el daño que les hacen, pero sin sentir nada por ellas, lo que no les inhibe del horror sus actos.

Según la teoría de Maslow, 1943, la necesidad de supervivencia y autoprotección frente a quienes le producen el daño que ellos perciben está distorsionada, e identifican que asesinar en protegerse para reparar el mal que se les ha hecho, dentro de sus propios criterios de justicia y moral. Los asesinos múltiples pretenden hacer realidad sus deseos y necesidades, por lo que, para ellos, el asesinato y la violencia tienen su utilidad. Skrapec, 2000, citado por Sanmartín y Raine 2002 (en Jiménez Serrano, 2014).

Ramos, sufría Bullying desde la infancia por parte de sus compañeros de clase, debido a su tartamudez y sigmatismo -tipo de dislalia selectiva consistente en la sustitución de los sonidos sibilantes por sonidos interdentales– además de no ser un buen estudiante, lo que se refleja en el comportamiento de un niño que al final tiene pocos amigos. Este año debía graduarse con sus compañeros de promoción, pero debido a sus bajas notas y al absentismo escolar, la probabilidad de titularse estaba cada vez más lejos, lo que hace aumentar su frustración.

En el ámbito familiar, presenta un núcleo desestructurado, comenzando porque el joven vive habitualmente con sus abuelos, aunque no de forma estable, ya que va y viene de casa de sus padres a la de estos, cuando se produce algún tipo de desacuerdo con su madre, pues la relación con ésta no es fluida y además ella consume drogas. Respecto del padre, la figura es la de un educador ausente. De esta forma, el niño crece sin capacidad de socializar debidamente y normaliza conductas inadecuadas como adecuadas para el desarrollo de las relaciones afectivas y sociales. El peso de la educación del joven recae sobre sus abuelos y, más en concreto, sobre su abuela, que trata con el carácter cada vez más aislado de Ramos, y con quien más veces discute. De hecho, el día de autos, tras discutir con ella al haber descubierto ésta sus intenciones asesinas, intenta poner freno a su nieto, resultando gravemente herida y sin poder evitar los acontecimientos que se suceden a continuación.

Otra de las cuestiones que suelen barajarse es la posibilidad de que exista alguna enfermedad mental en este tipo de agresores. En el caso que nos ocupa no existen hasta el momento documentados antecedentes de enfermedad mental, por lo que debemos entender que los elementos de cognición y voluntad no se encontraban disminuidos en el momento de los hechos. Es probable que este agresor presentase algún tipo de trastorno de la personalidad de tipo antisocial, si tenemos en cuenta el tipo de delito cometido.

Pasted 1 Uvalde: Ciudad sin ley y en manos de Salvador Ramos (Análisis Criminológico)Salvador Ramos un mes antes de los asesinatos.
Imagen: https://peopleenespanol.com/noticias/salvador-ramos-quien-es-autor-tiroteo-escuela-uvalde-texas-masacre/

Sin embargo, no podemos caer en el error de pensar que de la presencia de un trastorno de la personalidad resulte una impunidad penal, pues los trastornos de la personalidad no constituyen de por sí patología, sino que son variaciones de la norma (social, cultural, etc.), por lo que se trata entonces de una inadaptación, además de que son duraderos y describen la conducta habitual de una persona. La forma de comportamiento anormal es generalizada y claramente desadaptativa para un conjunto amplio de situaciones individuales y sociales. Son, en definitiva, según nuestro CIE-10, actitudes y comportamientos marcadamente faltos de armonía, que afectan a varios aspectos de la personalidad como la afectividad, la excitabilidad, control de los impulsos, formas de percibir y pensar y al estilo de relacionarse con los demás. El trastorno también va acompañado normalmente de un deterioro significativo del rendimiento profesional y social, lo que hace que los rasgos de personalidad (normal) sean diferenciados de trastornos de personalidad (anormal), y sean rasgos inflexibles, persistentes y desadaptativos, causando un deterioro socio-funcional. Presenta conductas autolesivas, -cortes en la cara con armas blancas- que reconoce ante uno de sus amigos. Además, presenta durante parte de la infancia y adolescencia conductas impulsivas tanto con conocidos como extraños. Obviamente, proyectaba la frustración y la ira por el sometimiento a la situación de acoso escolar en que vivía, y la ausencia de apoyo del entorno, lo que dificultaba el correcto desarrollo de los canales comunicativos que necesita cualquier ser humano en proceso de formación y desarrollo personal.

Los hechos acontecidos nos hablan de un crimen planificado. Días antes de cometer los hechos, Salvador pone en conocimiento de una persona a la que no conoce físicamente, pero con la que contacta por redes sociales, que tiene “un secreto” que le quiere contar, y lo mismo hace horas antes de llevar a cabo los hechos. Habitualmente, los asesinos pueden estar estructurando en su mente la comisión del hecho delictivo, cómo llegarán a la escena, cómo llevarán a cabo los hechos, etc. Y, llegado un momento, algunos de estos sujetos, verbalizan de alguna forma sus intenciones, lo que implícitamente les hace tomar cierta “obligatoriedad” con el cumplimiento de lo expresado. Esto nos lleva a entender que Ramo, sólo necesitó un pequeño hecho desencadenante el día de los hechos para justificar su matanza.

Geográficamente hablando, el mapa mental de Ramos le permitía perfectamente conocer el camino, el modo de acceso al lugar de los hechos, el tiempo disponible para llevar a término el plan preconcebido, así como que disponía de los medios para su ejecución.

El Journey To Crime (JTC) Philips (1980), está asociado a estudios relacionados con el comportamiento geográfico del criminal, Rossmo, 2000, donde se mide la distancia entre domicilio del delincuente y lugar del crimen. El sustento lo encuentra en distintas teorías, como son la Tª de la elección racional, de Cornish y Clarke, 1987 basada en el Principio de la distancia de decaimiento que parte de la Ley coste-beneficio, Felson y Clarke, 1998; o la Tª de las actividades rutinarias, Cohen y Felson, 1979, relacionada con la Tª del patrón delictivo, en Jiménez, 2011. Las tres primeras interpretan elecciones individuales según los procesos de toma de decisiones (balance coste/beneficio de la oportunidad, nivel de riesgo, recompensa) de forma que la frecuencia de crímenes se reducirá si se produce mayor desplazamiento, pues el agresor no conoce la zona y el riesgo es mayor. Las dos últimas, inciden en que las personas nos hacemos mapas o representaciones mentales de los lugares en los que realizamos nuestras actividades cotidianas y conocemos las rutas para desplazarnos. Por esta razón, el agresor tiene tendencia a cometer los hechos en lugares más familiares para él puesto que le suponen mayor seguridad, control y predicción, saber qué buscar y cómo encontrarlo, le es más sencillo huir, la víctima tiene menos posibilidades de escapar.

Pasted 2 Uvalde: Ciudad sin ley y en manos de Salvador Ramos (Análisis Criminológico)Fuente: Elaboración propia

Si observamos el plano adjunto veremos que la distancia es de 2,6 millas -4,1km-, que se recorren en un vehículo particular en un tiempo inferior a 5min., toda vez que en el plano se observa que el desplazamiento es en línea recta. A esto, es viable añadir que Ramos es alumno de la escuela en la que comete el asalto, por lo que se dan sobradamente todos los elementos que permiten al agresor llevar a cabo el hecho delictivo de forma deliberada.

En conclusión, podríamos afirmar que nos encontramos ante un sujeto que estalla ante cualquier frustración, que presenta graves manifestaciones de rabia e ira incapaz de gestionar; carencia de mecanismos de afrontamiento de situaciones estresantes; deterioro de la actividad social y académica; inestabilidad y analfabetismo emocional y de la comunicación; ausencia de empatía y asertividad; patrón desorganizado de actuación y comportamiento contestatario; probablemente trastorno antisocial de la personalidad, por la incapacidad de adaptarse a la norma, y trastorno negativista desafiante, por el comportamiento hostil que presenta. En definitiva, Ramos fue una víctima durante años, y terminó convirtiéndose en el victimario.

 Medidas de prevención.

 Como hemos visto en el apartado anterior, la Criminología tiene un componente teórico que permite entender y explicar eventos delictivos. No obstante, en este artículo vamos a ofrecer medidas prácticas, aplicables a tiroteos en colegios, en este caso a raíz de lo que falló en Uvalde. Si bien vamos a utilizar este caso como ejemplo, las características compartidas con otros tiroteos en colegios hacen que las lecciones sean extrapolables.

En el marco conceptual, nos centraremos en el enfoque de las actividades rutinarias de Cohen y Felson (1979), aunque se podrían utilizar otras teorías. Para esta teoría -aunque Felson prefiera el término enfoque– el fenómeno criminal se da cuando coinciden en tiempo y espacio los siguientes tres elementos originales (ampliable a otros dos o tres elementos): autor motivado, objetivo propicio y ausencia de guardianes eficaces.

Trasladado al tiroteo de Uvalde encontramos lo siguiente de forma simplificada:

  • Evidentemente hubo un autor motivado -Salvador Ramos- y conocemos que al igual que en otros eventos similares, se realizó una mala gestión de su perfil. Puede parecer injusto juzgar hechos a toro pasado, pero la realidad es que en su pasado hay indicadores detectables.
  • Respecto al segundo elemento, la naturaleza de los colegios los convierte en objetivos “blandos”. Aunque en EEUU sí se observan en ocasiones ciertas medidas amplificadas de seguridad (presencia policial, detectores de metales…), siguen siendo objetivos vulnerables, como se vio en Uvalde.
  • Por último, tras las críticas a la respuesta policial y las explicaciones iniciales de las autoridades, sabemos que hubo una falta de inteligencia que llevó a considerar el incidente como una toma de rehenes y no de tirador activo.

Aunque suele ser la primera solución que suena en estos casos, no abordaremos el control de armas, ya que su complejidad excede las pretensiones de este artículo. Pasemos, por lo tanto, a ver otras 3 estrategias que se pueden poner en práctica para reducir los tiroteos en colegios.

  1. Cambiar la cultura de la comunidad educativa: la base que hay que potenciar, nunca sustituir.

 a. ¿Qué es y para qué sirve?

Nos referimos a la necesidad de priorizar y destinar recursos a fortalecer la comunidad educativa (Rosales, 2017; Walker, 2019). Por un lado, fomentar estos espacios como entornos cooperativos y de respeto entre sus actores (profesores, padres, alumnos…). Se trata de prevenir e intervenir de forma temprana sobre fenómenos como el acoso escolar, infracciones disciplinarias graves y la salud mental en general (Warnick y Kapa, 2019). Si bien en el caso de Salvador Ramos no se habla de ningún trastorno mental, sí sufrió acoso escolar y también tenía un historial de violencia, elementos frecuentes en este tipo de agresores (The Violence Project, 2019). Es fundamental no solo prevenir y perseguir conductas abusivas o de maltrato, sino también que todos los miembros de la comunidad tengan la capacidad de detectar e informar sobre potenciales casos de riesgo. Con nuestro marco conceptual en mente, esta medida afecta de forma variable a sus tres elementos, reduciendo potenciales motivaciones o agravios, aumentando la resiliencia de la comunidad y generando más guardianes eficaces.

b. ¿Lo bueno?

La gran ventaja de destinar más recursos a los aspectos descritos anteriormente es que se pueden atajar problemas prácticamente de raíz. La detección temprana es la mejor herramienta no solo para prevenir tiroteos, sino también otras formas de violencia y otras conductas antisociales o autodestructivas. Una comunidad educativa incapaz de dar respuesta a situaciones de riesgo es un objetivo vulnerable por diseño y por lo tanto cualquier otra medida sería insuficiente para afrontar problemas de seguridad, tanto individual como colectiva.

c. ¿Lo malo?

Enlazando con lo anterior, protocolos mal desarrollados o mal comunicados harían inútil esta medida. Es necesario fundamentar planes en la evidencia para optimizar recursos y potenciar resultados. Además, siendo una medida esencialmente preventiva, necesita del apoyo de otras medidas, más reactivas, para conformar un sistema integral. Por último, no todo vale y actividades como simulacros de tirador activo se han asociado a miedo y ansiedad en la comunidad educativa (Schildkraut et al., 2020).

  1. Utilizar herramientas de evaluación y gestión del riesgo: elementos fundamentales del tratamiento individualizado del riesgo.

 a. ¿Qué es y para qué sirve?

Si el punto anterior es una medida dirigida a toda la comunidad educativa, aquí hablamos de una aplicable en casos muy concretos. Es una continuación de la primera medida, ya que una vez detectados casos de riesgo hay que gestionarlos. Podría considerarse un paso intermedio entre el refuerzo de la comunidad y el refuerzo de la seguridad física -que veremos en el punto 3- (Warnick y Kapa, 2019).

Para esta labor existen herramientas dirigidas específicamente al público juvenil (Loinaz, 2017). Hablamos de inventarios que recogen una serie de ítems en factores o dimensiones. Estos habitualmente abordan distintos ámbitos (escolar, familiar, entre pares…) y a menudo requieren la implicación de varios actores, tanto para proporcionar información como para participar en el tratamiento y seguimiento. Por nombrar algunas, tenemos:

  • SAVRY (Structured Assessment of Violence Risk in Youth): la más popular, amplía (55 ítems evaluables) y con buena capacidad predictiva.
  • AV (Short-term Assessment of Risk and Treatability): aplicable al riesgo de violencia, pero también al de suicidio, victimización o abuso de sustancias entre otros.
  • EARL (Early Assessment Risk Lists): herramienta con versiones ligeramente diferentes para chicos y chicas.

Con estas herramientas se intervendría directamente sobre potenciales “autores motivados”, antes de que los factores de riesgo y agravios se consoliden.

b. ¿Lo bueno?

Varias herramientas tienen un historial amplio en entornos correccionales, en distintos países y con distintos objetivos. Algunas cuentan con tasas predictivas de moderadas a buenas. Facilitan la gestión de casos que necesitan un tratamiento individualizado y controlado. Dado que evalúan distintos factores desglosados en ítems, se pueden encontrar los puntos concretos a corregir y/o potenciar, facilitando el desarrollo de un tratamiento efectivo.

Salvador Ramos presentaba varios indicadores de riesgo presentes en casi todas las herramientas existentes. Aspectos como la relación entre pares en el entorno escolar o las relaciones familiares, conductas antisociales, estresores, contacto con autoridades, etc., están presentes en su historial, todos ellos ponderables en este tipo de herramientas. Debemos destacar que en este artículo hablamos de herramientas criminológicas, pero también existen disciplinas como la Psicología que podrían contribuir con sus propias herramientas a la detección y tratamiento de casos de riesgo.

c. ¿Lo malo?

Al ser herramientas especializadas, requieren formación específica y continua a medida que se desarrollan nuevas o modifican las existentes. Su aplicación en entornos escolares puede sufrir cierto rechazo por parte de padres o profesionales. Un mal uso tiene implicaciones éticas y prácticas, por ejemplo, en el caso de un uso indiscriminado o sesgado.

  1. Incorporar elementos de seguridad física útiles: entre la polémica y la necesidad.

 a. ¿Qué es y para qué sirve?

Por seguridad física aplicada a colegios entendemos cualquier elemento dirigido a reforzar las instalaciones para proteger a alumnos, profesores y otros miembros que se encuentren en ellas. Se incluyen aquí algunas ya mencionadas como la presencia policial, detectores de metales y también otras clásicas como cámaras y barreras. También entrarían en esta categoría otras medidas más “innovadoras” como elementos antibalas (ProtectED, s.f.; Hardwire, s.f.), sistemas de detección de disparos (Fessler, 2018; Contreras, 2022) o inteligencia artificial integrada en sistemas de videovigilancia para detectar armas de fuego (Morehead et al., 2019; Lim et al., 2019; González et al., 2020; Muller, 2022). Esta medida principalmente iría enfocada a reforzar el objetivo -los colegios- y potenciar guardianes capaces, tanto dentro como fuera de las instalaciones.

b. ¿Lo bueno?

Dado el amplio acceso a las armas de fuego en EE.UU., es difícil ignorar los potenciales beneficios que ofrece la seguridad física. En este caso no hablamos de reforzar un colegio igual que un banco, base militar u otra infraestructura crítica, pero sí debe existir la posibilidad de mitigar un ataque hasta llegar la respuesta policial. Existen muchas opciones en este campo desde lo más tradicional a lo más puntero, con un rango igualmente amplio en lo económico.

Dentro de la Criminología incluso existen enfoques como la prevención situacional del crimen (Freilich et al., 2019) o el CPTED -Crime Prevention Through Environmental Design- (Wiley, s.f.) que podrían tenerse en cuenta para diseñar colegios más seguros.

En el caso concreto de Uvalde existió una falta de inteligencia táctica que llevó a confundir la situación, retrasando la intervención. Algunos elementos de seguridad física pueden proporcionar dicha inteligencia, al margen de las técnicas/tecnologías de las que dispongan unidades policiales.

c. ¿Lo malo?

No todas las medidas de seguridad física gozan del apoyo de la evidencia. Igual que los simulacros, algunas están asociadas a miedo y ansiedad en alumnos y profesores (Warnick y Kapa, 2019). En el plano económico, los costes de ciertas medidas son muy elevados, alcanzando varios cientos de miles de dólares para un solo distrito escolar (Fessler, 2018; Muller, 2022).

Por otro lado, existe rechazo a ciertas tecnologías basadas en inteligencia artificial con sesgos raciales o asociadas a confrontaciones violentas con la policía (Contreras, 2022).

Priorizar estas medidas se hace en detrimento de otras más preventivas y a menudo con mayor apoyo empírico. Relacionado con esto último está el aspecto ético del enriquecimiento de ciertas empresas cuando sus productos no necesariamente contribuyen a mejorar la seguridad (Walker, 2019).

Bibliografía.

Webs Consultadas:

STOP BULLYING. Yo me pongo en tu lugar

Puedes descargar el artículo en el formato original haciendo click aquí o desde la página del Grupo de Trabajo de Criminología Educativa.

STOP BULLYING. Yo me pongo en tu lugar

Caminando juntos hacia una educación en valores. El valor de la empatía.

Sandra Calvo Jiménez
Criminóloga. Colegiada. nº 0331
Vocal en Junta de Gobierno CPCM

INTRODUCCIÓN.

Crear vínculos afectivos y saludables con las personas de nuestro entorno más cercano nos enriquece, sea cual sea nuestra edad. Sentirnos queridos, amados y valorados, especialmente en nuestros primeros años de vida, nos proporciona seguridad y estabilidad. Ya se trate de familiares, amigos, compañeros de colegio, trabajo u otros, nuestro desarrollo personal y emocional se ve favorecido con aquellas personas con las que establecemos relaciones basadas en el respeto, la tolerancia y la confianza, entre otros, siendo estos valores básicos y fundamentales para el correcto desarrollo de las relaciones sociales y una convivencia sana.

En general, los valores son necesarios para convivir en armonía dentro de la sociedad; forman parte de nuestra vida y nos van marcando en nuestro caminar diario, orientándonos en la toma de decisiones, y, aunque generalmente les otorgamos una connotación positiva, también existen valores de carácter negativo como la mentira, el egoísmo, la injusticia, el odio, la envidia o la arrogancia, entre otros.

No podemos pasar por alto, la importancia de la comunicación, como valor indispensable, no solo para el intercambio de información con nuestros semejantes, sino como expresión de nuestros sentimientos y emociones más profundas. La comunicación, entendida como proceso de interrelación entre los seres humanos desde el comienzo de los tiempos, permite el acercamiento entre culturas, colectivos e individuos y abre las puertas al saber y al conocimiento, permitiéndonos así avanzar como sociedad.

Por todos es sabido que, determinadas cuestiones tienen que ver con los usos, tradiciones y/o costumbres de una época, cultura o lugar, pero los valores van un paso más allá y tienen que ver con algo mucho más íntimo y personal.

En términos generales, nos referimos a ellos como una serie de principios, cualidades o virtudes que definen o caracterizan a una persona, independientemente de su cultura, raza, costumbres de su país, etc., y es que, dependiendo de cuáles sean estos y de cuál sea la escala de valores de cada persona, determinadas acciones irán encaminadas en un sentido u otro.

En el presente artículo, dedicamos un espacio a la empatía como valor humano, positivo, fundamental e indispensable para favorecer nuestras relaciones interpersonales, permitiéndonos estar en paz con nosotros mismos y con los demás y todo ello, dentro de un contexto socio-educativo, poniendo en valor la importancia que ésta adquiere en las relaciones entre iguales.

CONCEPTUALIZACIÓN.

El término empatía procede del griego ‘empátheia’. A lo largo del tiempo numerosos autores han planteado diferentes definiciones que se han ido modificando hasta nuestros días.

Ya en 1753, Adam Smith, en su ‘Teoría de los Sentimientos Morales’ se refería a ella como la capacidad de cualquier ser humano para sentir “pena o compasión… ante la miseria de otras personas… o dolor ante el dolor de otros” y, en definitiva, “ponernos en su lugar con la ayuda de nuestra imaginación” (citado en Fernández-Pinto, López-Pérez & Márquez, 2008).

LA EMPATÍA ES UNA HABILIDAD SOCIAL QUE SE APRENDE A LO LARGO DE LA VIDA Y PERMITE A QUIEN LA PRACTICA TENER UNA MENTE ABIERTA Y LIBRE DE PREJUICIOS.

Según la R.A.E., la empatía es:

  1. “Sentimiento de identificación con algo o alguien”.
  2. “Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”.

imagen 2022 05 26 215320361 STOP BULLYING. Yo me pongo en tu lugar

Desde una concepción actual, la empatía es una habilidad social que se aprende a lo largo de la vida y permite a quien la practica tener una mente abierta y libre de prejuicios. Tener empatía es tener la capacidad de ponernos en el lugar de la otra persona, focalizando nuestra atención en ella y siendo capaces de comprender su mundo interior.

Coloquialmente, todos hemos escuchado alguna vez aquello de “ponerse en los zapatos del otro”, y es que conectar con los pensamientos, sentimientos y emociones de otro ser humano nos hace grandes. Por lo tanto, EDUCAR EN LA EMPATÍA ES EDUCAR EN VALORES.

Trataremos de extrapolar este concepto al contexto socio-educativo y su vinculación respecto al acoso escolar. Pero antes, veamos en qué consiste este fenómeno social.

¿QUÉ ES EL ACOSO ESCOLAR O ‘BULLYING’?

CONCEPTO, TIPOLOGÍAS Y PROTAGONISTAS.

El término ‘bullying’ tiene su origen en la palabra ‘bully’, del inglés, que significa “matón”. De ahí, que a veces encontremos el término ‘matonismo’ en referencia a este tema.

El pionero en el estudio del acoso escolar o ‘bullying’ fue el noruego Olweus (1973), quien empezó a estudiar la violencia entre iguales a principios de los años setenta del siglo pasado.

Sus trabajos en la década de los ochenta van dando paso a nuevas investigaciones en otros países, entre ellos España, y otros autores estudian este fenómeno en profundidad.

Hablar de acoso escolar es hablar de violencia entre iguales. Debemos tomar conciencia de que cualquier menor o adolescente puede ser acosador o víctima de acoso escolar, y en este sentido es muy importante poder diferenciar lo que sería un conflicto puntual relacional entre escolares y el acoso escolar propiamente dicho, ya que para que éste pueda considerarse como tal, han de darse una serie de requisitos como veremos a continuación.

Hablamos de acoso escolar cuando nos referimos a aquella situación que se da entre escolares en la que uno o más alumnos/as (niño/s o niña/s), ejercen un maltrato físico, verbal o psicológico sobre otro/a compañero/a de manera repetida y prolongada en el tiempo, intencional e injustificadamente, situando a la víctima en una posición de inferioridad e indefensión.

Así mismo, es necesario que entre el binomio víctima-agresor exista un desequilibrio de poder. Esta desigualdad puede ser a nivel físico, social o psicológico.

El principal objetivo de estos comportamientos por parte del agresor o victimario es mermar la autoestima de la víctima, someterla emocional e intelectualmente mediante agresiones físicas y/o verbales, así como con otros comportamientos y actitudes para satisfacer de este modo su necesidad de control y dominio.

Cuando estos comportamientos traspasan el espacio físico que ocupan las aulas hablamos de “Ciberbullying” o ciberacoso escolar, siendo las redes sociales o determinados dispositivos electrónicos el medio idóneo elegido por los agresores para continuar con sus ataques, y de este modo seguir persiguiendo, acechando, controlando y humillando a sus víctimas.

Atendiendo a las diferentes tipologías de acoso escolar en las aulas, este puede ser:

Acoso de tipo físico, directo o indirecto, como dar golpes, empujones, patadas, pellizcos o bofetadas. En el primer caso, incluso llegando a dañar sus pertenencias, robarle o romperle objetos personales, en el segundo. El ataque a la integridad física pretende acobardar y atemorizar a quien lo recibe.

También encontramos el acoso de tipo verbal, que al igual que en el caso anterior puede ser directo, mediante apodos, motes, insultos, burlas o risas, menosprecios en público; o indirecto, a través de la difusión de rumores o comentarios hirientes y malsonantes sobre la víctima y/o su familia. El principal objetivo es atacar la autoestima de la víctima.

Si nos referimos al tipo de acoso social o relacional, de manera directa lo sería mediante la exclusión y no dejando participar a la víctima en determinadas actividades; e indirecta ignorándola y tratándola con indiferencia como si no existiera.

Este tipo de comportamientos por parte del agresor pretenden el bloqueo y aislamiento social de la víctima.

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El acoso de tipo sexual también podemos encontrarlo dentro del ámbito escolar, siendo directo cuando nos referimos a tocamientos no deseados por parte de la víctima; e indirecto cuando se realizan comentarios obscenos, “piropos” de mal gusto o presionando a la víctima para que haga o diga algo en contra de su voluntad. Se pretende con ello avergonzar y crear sentimientos de culpa, pudiendo llegar a pensar ésta que ella misma lo ha provocado. El resultado puede ser devastador, tanto a nivel psicológico como emocional.

Por su parte, el acoso de tipo psicológico es el más difícil de detectar, ya que no deja marcas físicas, pero sí provoca un gran daño emocional.

Se puede empezar llevando a cabo de manera muy sutil, con comentarios a modo de “bromas” para poco a poco ir adoptando otro tipo de connotaciones, hasta tal punto que a la víctima le cuesta diferenciar si realmente se trata de una broma o no.

Lo que se pretende es apocar, hostigar e intimidar a la víctima, mediante la manipulación.

 Cuando hablamos de acoso escolar generalmente pensamos en víctima y agresor como principales implicados en este fenómeno. Sin embargo, la figura del espectador u observador también está presente y hay que decir que ha cobrado en los últimos años un papel fundamental, ya que su actuación dentro de este marco de violencia entre iguales bien podría aumentar o disminuir esta problemática. Conozcamos un poco más sobre estas tres figuras:

El acosador / agresor

Son menores o adolescentes que generalmente tienden a avasallar a sus compañeros, generando miedo o intimidación en el otro mediante la reiteración de sus ataques. Suelen hacerlo tras asegurarse de que no están siendo vistos o vigilados por algún adulto, como puedan ser profesores u otro personal del centro educativo. Normalmente aprovechan el recreo, o la entrada/salida del colegio para llevar a cabo sus intenciones.

A su escasa empatía y habilidades sociales se le suma su baja tolerancia a la frustración. Suelen rodearse fácilmente de otros compañeros que apoyan su comportamiento.

Predomina la ausencia del sentimiento de culpa (el acosador/agresor piensa que la víctima “se lo merece”). Su actitud suele ser desafiante y carente de autocontrol.  Se perciben fácilmente irritables y con escasa capacidad ante la resolución de conflictos. En definitiva, su propósito es la obtención de reconocimiento, popularidad y poder ante los demás.

La víctima o acosado

Estos niños, niñas o adolescentes suelen mostrarse inseguros, a veces con baja autoestima, lo que hace que los acosadores pongan su foco de atención sobre ellos/as. Muchos suelen tardar tiempo en contarlo a sus familiares o amigos más cercanos, ya que los sentimientos de vergüenza o inseguridad se apoderan de ellos. Suelen ser tachados como “raros” por parte del agresor o grupo de agresores. Muchas veces, su dificultad para hacer amigos les conduce al aislamiento y la soledad, lo que favorece que se incrementen aún más estas conductas hacia ellos/as. No existen unas características particulares concretas para ser víctima de acoso escolar; cualquiera puede serlo.

Ser el más listo de la clase y destacar por obtener buenas notas, al igual que tener dificultad en el aprendizaje y tener peores resultados académicos pueden ser motivos para ser el blanco de un ataque. De igual modo, tener algún tipo de discapacidad física o intelectual, pertenecer a otra raza, cultura o simplemente no seguir determinadas tendencias dentro de un grupo pueden ser causas más que suficientes para ser víctima de ‘bullying’.

Si esta situación se prolonga en el tiempo, las víctimas de acoso escolar sufren serias consecuencias; no solo puede verse disminuido su rendimiento académico, sino que también pueden desarrollar otro tipo de problemas o conductas ansioso-depresivas, que en el peor de los casos puede llevarlos a la ideación suicida, pudiendo incluso llegar al suicidio consumado.

 El espectador o espectadores

Es aquella parte del alumnado que presencia una situación de acoso y ante ella actúan, bien de forma activa, apoyando la conducta del agresor o agresores en su caso, y permitiendo que la situación de acoso continúe; bien de  forma pasiva, manteniéndose al margen, es decir, contemplando la situación que se está dando desde fuera, sin tomar parte en el asunto; sólo observan, no intervienen.

Muchos de estos espectadores entienden que, si apoyan a la víctima, ellos pueden ser el próximo blanco de los ataques del agresor, optando por mantenerse impasibles ante un episodio que pueden considerar como injusto para quien lo está viviendo. Sin embargo, el temor a las represalias o a que se les tache de ‘chivatos/as’ son motivos que hacen que los espectadores miren hacia otro lado.

A su vez, todo esto puede generarles, un sentimiento de culpa y reproche por no saber exactamente cómo intervenir o qué hacer ante estos casos.

Tras este breve recorrido en cuanto a la importancia de los valores en nuestra vida, destacando la empatía como uno de los más importantes en nuestras relaciones interpersonales, así como la conceptualización del acoso escolar o “bullying” y la referencia a sus diferentes tipologías y protagonistas, nos preguntamos:

¿Qué lleva a determinados menores a infringir un daño a otro? ¿Realmente se trata de “cosas de niños” como muchos piensan? ¿Estamos fallando como sociedad en la educación de nuestros niños, niñas y adolescentes? ¿Qué papel juega la familia y la escuela ante esta problemática? ¿Cómo nos llega la información a través de los ‘mass media’? ¿Estamos realmente preparados para combatir este mal social?

Estas son solo algunas de las muchas las preguntas que como sociedad nos hacemos cuando tenemos conocimiento de un nuevo caso de acoso escolar. Y es que a menudo nos llegan, a través de diversos medios de comunicación, casos de violencia entre iguales acontecidos tanto dentro del aula como fuera de esta, debido esto último a la aparición de nuevas formas delictivas surgidas a raíz de la proliferación de las redes sociales y su uso, muchas veces desmedido e indebido, preocupando en gran medida a la sociedad en general y a las familias en particular.

Dar respuesta a tantos interrogantes no es siempre tarea fácil. Es por ello que se considera necesario el trabajo y la intervención conjunta de toda la sociedad en general, haciendo especial hincapié en la importancia que reviste la familia y la escuela como agentes favorecedores de una educación que promueva los valores de niños, niñas y adolescentes, tanto dentro como fuera del aula, en los diferentes entornos en que se involucren.

 

FAMILIA Y ESCUELA

Por todos es sabido que estos dos ámbitos son fundamentales durante las primeras fases del desarrollo evolutivo del individuo, pues es donde éste toma conciencia de su identidad como ser no solo individual, sino también social inmerso en un mundo cambiante y en continuo aprendizaje.

Ambos entornos servirán de marco de referencia en los primeros años de la vida del niño, no solo en lo que concierne a la toma de decisiones que éste irá adoptando en función de las circunstancias personales, sociales y/o culturales que se le vayan presentando, sino en otros aspectos que irán, poco a poco, construyendo su integridad a lo largo del tiempo, sentando así las bases de sus ideas, creencias, motivaciones, su forma de ver la vida o de relacionarse  con los demás, y que, en definitiva, irán marcando su modo de convivencia o comportamiento en su día a día.

Es por ello que estos modelos de referencia, padres y educadores, serán fundamentales para que los niños aprendan desde esas primeras etapas, conductas que les permitan controlar sus emociones y resolver sus problemas de forma pacífica, desde la tolerancia, el respeto hacia los demás y poniendo en valor la importancia de la amistad y las relaciones sociales positivas.

De una parte, desde la familia es necesario potenciar la parte cognitivo-afectiva de los niños desde las etapas más tempranas. Prestar especial interés a su comportamiento, a lo que nos cuentan, a aquello que les preocupa o temen, conocer sus inseguridades, pero también sus deseos y aspiraciones, será el primer paso para ir indagando en ese mundo interior que empieza a desarrollarse, fruto de la interacción con sus iguales y las nuevas experiencias que les van aconteciendo.

Servirles de ejemplo será sin duda muy beneficioso cuando en posteriores etapas tengan que tomar decisiones que impliquen comprender las motivaciones y necesidades del otro.

Un niño que se sienta comprendido tenderá a mostrar más confianza ante el adulto que le escucha y le alienta a solventar sus problemas o a alcanzar sus metas. Fomentar esa confianza, mediante el diálogo y la comunicación asertiva, le transmitirá tranquilidad a la hora de expresar sus pensamientos, sentimientos y emociones, mostrándose más receptivo y confiando más en sus posibilidades y deseos de superación.

De igual modo, repercutirá de manera positiva en su desarrollo cognitivo-emocional-afectivo el vivir en un entorno libre de violencia. Aquellos entornos disruptivos, donde continuamente se den episodios violentos entre sus convivientes podría ser tomado por el menor como el único modo de resolución de conflictos válido, y esas conductas se irán interiorizando a modo de aprendizaje, por ser habituales, que en modo alguno favorecerá su desarrollo y repercutirá negativamente en sus relaciones futuras.

De otra parte, fomentar desde la escuela acciones que promuevan el trabajo cooperativo, el intercambio cultural  como medio indispensable de integración de niños, niñas y adolescentes que puedan encontrarse en situación de exclusión social, o favorecer la puesta en marcha de actividades que impliquen mayor comunicación y cohesión grupal, entre otras, repercutirá de manera notable y positiva en el grupo de iguales. Se trata, en definitiva, de generar conductas prosociales desde la escuela para que, ante un posible caso de acoso escolar, estas favorezcan la resolución de conflictos de manera pacífica.

¿Cómo repercute todo esto al hablar de acoso escolar?

Como hemos apuntado con anterioridad, cualquiera puede ser víctima o agresor, incluso en ocasiones los papeles se pueden invertir. Por ello, tomar conciencia de cómo nuestras acciones pueden influir en los demás, para bien o para mal, hará plantearnos qué comportamientos debemos o no llevar a cabo con el fin de no infligir un daño innecesario que desencadene consecuencias negativas no solo para el que lo sufre sino también para el que lo provoca, pues en este triángulo víctima-agresor-observador nadie está exento de sufrir las consecuencias que puedan derivarse de un episodio de acoso escolar.

De ahí, la importancia de ponernos en el lugar del otro, comprendiendo que, en cualquier momento los papeles se pueden invertir y valorando la amistad por encima de todo. Solo así, podremos favorecer la integración y socialización de aquellos compañeros o compañeras que sufren las dañinas consecuencias provocadas por el acoso escolar; un fenómeno que, a todas luces, merma la autoestima y provoca serios problemas de salud física y emocional de quien lo sufre.

CONCLUSIONES

En un mundo globalizado, donde los avances tecnológicos se desarrollan a pasos agigantados, donde nuestros menores y adolescentes de hoy ocupan gran parte de su tiempo en el entorno cibernético, muchas veces sin ningún tipo de control por parte de sus cuidadores, sin prestar además demasiada atención a las múltiples y saludables actividades que nos ofrece el mundo real, o a las personas valiosas que tenemos a nuestro alrededor, como sociedad tenemos la obligación de poner el foco de atención en ellos, fomentando la mejora y continua creación de medidas de prevención, herramientas educativas o protocolos de actuación con el firme deseo de minimizar o erradicar de una vez por todas este mal que acontece en las aulas de muchos centros educativos porque

EL ACOSO ESCOLAR NO ES COSA DE NIÑOS.

YO ME PONGO EN TU LUGAR.

Implícate: Frenar el bullying es cosa de todos

Autora: María del Carmen Esparza Morales. Criminóloga colegiada número 0392 y miembro del Grupo de Trabajo de Criminología Educativa.

 

Cada vez es más frecuente que los padres asumamos que las redes sociales (RRSS) son parte de la educación y crecimiento personal y social de nuestros hijos. Sin embargo, tenemos la responsabilidad de guiarlos en responsable de las mismas, previniendo conductas que puedan convertirse en un arma de doble filo que les permita ejercer conductas reprochables y quedar impunes ya que, en la mayoría de los casos, estas conductas afectan a terceras personas a las que se les causan daños físicos y/o psicológicos.

Por ello, una educación en el uso de RRSS y de la tecnología, así como la formación y educación en valores en los diferentes ámbitos durante la infancia y la adolescencia, ya sea el entorno familiar, educativo, deportivo, iguales y en la comunidad, favorece la gestión prevención de situaciones en las que los adolescentes son tendentes a asumir conductas disruptivas que pueden sobrepasar cualquier ámbito y cobrar tintes delictuales.

Un ejemplo ilustrador es el que se narra a continuación, y que ha tenido lugar estos últimos días. Su origen es el entorno escolar, pero ha tomado un camino que sobrepasa las fronteras de la escuela, se refleja en el ámbito en el ámbito deportivo e implica a los adultos de directa y entra de lleno en el ámbito familiar.

Los nombres de los implicados han sido modificados por protección de datos, pero la situación descrita se ajusta a los hechos. Jaime es un adolescente de 14 años que, como la mayoría, pasa mucho tiempo pendiente de las RRSS, del móvil y hace un uso prolongado de la tecnología y es usuario de videojuegos en línea con los que pasa muchas horas de su tiempo de ocio. Al igual que Gabriel, un compañero de colegio con el que hace muy buenas migas desde que comenzó el curso.

Jaime y Gabriel, además, forman parte de un mismo grupo de amigos del colegio y comparten también una actividad deportiva en materia extraescolar. Por lo tanto, son dos adolescentes que pasan gran parte del tiempo juntos.

Un día Jaime invita a Gabriel a pasar la tarde en casa. Gabriel acepta y, a su regreso a casa, comienza a tener una serie de exigencias con su madre respecto a su cuarto: por qué yo no tengo una tele en mi habitación como tiene mi amigo, por qué no tengo un frigorífico para mí solo en mi cuarto y una consola para mi uso personal, entre otras. Muestra un tono elevado con su madre, impositivo, y no acepta las negativas de su madre ante sus requerimientos.

Gabriel es advertido de que ese tipo de exigencias no son propias de él y que cada uno debe aceptar lo que tiene en la medida de sus posibilidades, y que tener mucho no significa ser más feliz, a pesar de que la familia de Gabriel también puede permitirse esos caprichos dado el caso. Además, no le gusta la actitud que muestra cada vez que viene de estar en compañía de este nuevo amigo y que está dejando de ser dialogante y cercano.

Ante la insistencia, y en ocasiones la insolencia de Gabriel para con sus padres, con exigencias y peticiones que se prolongan varios días y se acentúan después de venir de estar con Jaime, Aurora decide que Gabriel deje de pasar tanto tiempo con su amigo, pues no está resultando ser una buena influencia.

Van pasando los días y Gabriel se distancia de Jaime, algo que no agrada a éste y que requiere constantemente la atención de su amigo para que salgan y jueguen online en la consola o hablen por Whatsapp o RRSS.

Como se señala más arriba, los chicos coinciden también en una actividad extraescolar de carácter deportivo. Allí, se ven y entrenan juntos, ya que forman parte del mismo equipo.

A la salida de los entrenamientos Aurora recoge a su hijo, y tras la prohibición de que Gabriel continúe su amistad con Jaime, al menos temporalmente, éste comienza a mostrar una actitud insinuante ante la madre de su amigo.

Días después, Aurora comienza a recibir solicitudes de amistad en sus RRSS de personas que no conoce, mensajes a su número privado de Whatsapp, tanto de compañeros del colegio de su hijo como de algunos de los compañeros del equipo deportivo.

Aurora pide a su hijo que diga a Jaime que cese con esa actitud, ya que no encuentra explicación a que compañeros del colegio y del deporte estén teniendo esta actitud, que ya comienza a rayar en el acoso.

Los padres de Gabriel y los de Jaime se conocen y mantienen una buena relación, pero Aurora no sabe cómo afrontar esta nueva situación ni puede inculpar de forma directa a nadie. No obstante, la realidad es que está siendo acosada.

Imagen2 Implícate: Frenar el bullying es cosa de todos

Estas conductas se alargan semanas hasta que Aurora decide poner los hechos en conocimiento del centro donde Gabriel estudia y también en el ámbito deportivo, pidiendo una solución antes de tener que recurrir a la vía legal.

Estos hechos se ponen en conocimiento de uno de los miembros del Grupo de Trabajo de Criminología Educativa perteneciente al Colegio Profesional de la Criminología de la Comunidad de Madrid, siendo requerida para orientar al formador deportivo ante los hechos que se le exponen, pues las conductas de este estilo no son toleradas en ese entorno.

Tanto para el centro escolar como para el ámbito deportivo, se considera y promueve como elemento fundamental la comunicación entre las familias implicadas, de forma que los padres del presunto acosador e instigador y los padres de Gabriel pongan en valor los hechos acontecidos y prevean un modo amistoso de solucionarlo, evitando que la conducta de acoso se prolongue y aceptando las limitaciones impuestas por Aurora a su hijo Gabriel ante los acontecimientos.

En primera instancia y puesto en valor, Jaime niega cualquier implicación e incluso desconocimiento. Posteriormente, acepta haber cedido el número de teléfono de la madre de Gabriel a algunos compañeros, aunque no facilita sus nombres y niega haberles pedido que la molestasen.

No obstante, como Aurora guardó algunas conversaciones, se identifica a uno de los compañeros del centro educativo y éste reconoce que Jaime le pasó el número de Aurora para que la escribiera.

En el grupo deportivo algunos compañeros habían tenido comportamientos del mismo estilo hacia Aurora, por lo que la decisión que se toma es reunir al grupo y explicar que los mecanismos de afrontamiento de frustraciones no pueden pasar por el acoso y la amenaza a quienes no piensan como nosotros, establecen límites, tienen su propio criterio y no aceptan cualquier condición para ser aceptados en el grupo. Y que conductas de este estilo no son constructivas, no fomentan el apoyo y el crecimiento en sociedad, el desarrollo de una personalidad proactiva y la moral de equipo. El diálogo y el entendimiento es la mejor forma de crecer y expresar nuestros sentimientos.

El proceso de mediación se prolongó varios días logrando la implicación de padres, centro escolar, centro deportivo y jóvenes implicados. Cada uno de estos se comprometió en llevar a cabo un seguimiento del comportamiento de los acosadores.

Jaime pidió perdón, así como el resto de compañeros hizo su parte. La víctima aceptó las disculpas y se observó que el entorno deportivo es una alternativa saludable ante la nomofobia, el aislamiento de los adolescentes y favorece la moral constructiva y de trabajo en equipo donde las discrepancias pueden gestionarse en favor de un logro común sirviendo de herramienta de crecimiento personal.

Conductas observables como las descritas dejan un amplio margen de trabajo en cuestión de prevención de conductas que pueden llegar a convertirse en delictivas en nuestros jóvenes.

Desde el GT de Criminología Educativa se insta y anima a los padres a que conversen con sus hijos sobre aspectos tan importantes como que ciertas conductas intimidatorias no son aceptables por el conjunto familiar ni en el ambiente escolar. No obstante, el diálogo entre padres e hijos siempre ha de llevarse a cabo en un entorno que transmita sentimientos positivos, constructivos y de transmisión de valores, invitando a la asunción de la responsabilidad de aquellos actos llevados a término en los que son sabedores de no actuar de acuerdo a normas básicas como el respeto mutuo.

En el caso de sufrir el acoso, incluso cuando este se produce en situaciones como la descrita, deben ponerse en conocimiento del centro educativo ya que es donde se produce una parte del contacto entre ambos jóvenes, así como en el entorno deportivo por extensión de la causa.

Conductas no denunciadas de este tipo pueden suponer la normalización de las mismas y una percepción errónea de que el acto cometido es correcto. La próxima víctima puede ser un compañero/a de clase, que de no tener la determinación de un adulto, puede resultar insalvable. Por lo tanto, prevenir estas posibles conductas futuras también es labor del entorno escolar. Es importante no callar el acoso o el hostigamiento a que se esté sometido, pues genera un refuerzo negativo para los acosadores u hostigadores.

La mediación entre las partes, la identificación de las conductas, su origen, la observación de las mismas, su prevención y su corrección temprana, deben llevarse a cabo en un entorno integrador y multidisciplinar en el que la reeducación del agresor en conductas de este perfil, así como las estrategias de afrontamiento de la víctima, sean el objetivo principal, y cuya finalidad esté dirigida a la formación de la personalidad de nuestros adolescentes y jóvenes.

Delincuencia Juvenil: Prevención e intervención de las conductas de riesgo en la escuela

Artículo elaborado por el Grupo de Trabajo CRIMINOLOGÍA EDUCATIVA
(Puedes descargar este artículo completo haciendo click aquí: Prevención e intervención de las conductas de riesgo en la escuela)

Por:
Mª Isabel Calero; Lorena Carabantes; Tatiana Rosa; Alied Ovalle
Redacción:
Tatiana Rosa

 

¿Por qué hay jóvenes que no son felices en su infancia? ¿Cómo es posible que un niño aparentemente inocente pueda hacer daño a otro? ¿Qué puedo hacer cuando siento impulsos violentos? ¿Estoy indefenso ante las agresiones, burlas y desprecios de los demás? ¿Cómo ayudo a un amigo que está iniciando una mala vida?

 

La sociedad impone unas normas éticas y morales fundamentadas en el respeto y la igualdad con el objetivo de lograr una convivencia segura. Sin embargo, como en todo, hay excepciones y no siempre se siguen estas directrices; especialmente en edades como la adolescencia, etapa de desarrollo y rebeldía.

El concepto de delincuencia juvenil intenta abarcar esos actos o acciones realizados por uno o varios sujetos menores de edad, que son contrarios a la norma o al derecho y que conllevan un castigo. Este término fue usado por primera vez en 1815 con motivo de una condena a muerte de cinco jóvenes por un Tribunal de Old Bailey, Inglaterra.

Históricamente, esta definición ha dado lugar a dos interpretaciones: una amplia o generalista que incluye todas las “conductas desviadas” de los jóvenes que merecen un reproche social y; otra más estricta que sólo contempla aquéllas que se hallen tipificadas en la ley penal. La doctrina española tiende a ser partidaria de ésta última y así lo muestra en el artículo 1.1 de la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, Reguladora de La Responsabilidad Penal del Menor.

Pese a que la normativa sólo exija responsabilidad para los mayores de catorce años y menores de dieciocho, las actividades ilícitas existen desde edades mucho más tempranas. En ocasiones, estas conductas son la base de un comportamiento delictivo de mayor gravedad que puede prolongarse hasta la edad adulta. Es lo que denominamos como conductas de riesgo.

Por esta razón, como criminólogos interesados en este campo, pretendemos estudiarcuáles son los factores que desencadenan estos comportamientos y así establecermecanismos para su prevención e intervención.

Por prevención buscamos hacer mención a aquellas acciones que evitan que un hecho delictivo llegue a producirse; mientras que por intervención entendemos el proceder durante o después de que el daño se haya producido.

La escuela

El término en sí hace referencia al lugar donde las personas asisten para aprender. Para nosotros, incluye cualquier entorno donde el menor se reúna con sus iguales. No obstante, este espacio acoge numerosos comportamientos disruptivos, conflictivos, agresivos, violentos e incluso delictivos.

En medio de esta paradoja, qué mejor lugar que una escuela para aplicar los mecanismos de prevención e intervención contra estos comportamientos. Es el lugar donde confluyen las nuevas generaciones con los instructores de la sociedad: los maestros y los padres o tutores.

Qué podemos hacer

Es el momento de renovar y actualizarse. La figura del criminólogo se encuentra muy distante de participar en los centros educativos con sus políticas de prevención ,detección, intervención y análisis de las conductas de riesgo de los menores.

Por esta razón, pretendemos demostrar cómo existen herramientas que favorecerían el control de la delincuencia juvenil si se aplican en los lugares adecuados. No obstante, la ciudadanía debe estar dispuesta a abrirnos sus puertas y colaborar con nosotros; pues al fin y al cabo, es una labor de todos.

Atendiendo a los factores de riesgo en el ámbito emocional, familiar, social y educativo y; a los factores de protección como la educación en el respeto, la igualdad y la empatía o la buena comunicación con los padres y profesores, desarrollaremos las medidas deprevención e intervención pertinentes.

En cuanto a la prevención, desglosaremos nuestra actividad atendiendo sus tres modalidades: primaria (neutraliza la conducta antes de que ocurra); secundaria (focaliza su atención en aquellos que muestran un riesgo de comportamiento antisocial y delictivo o por su condición, pueden ser víctimas potenciales de los mismos) y; terciaria (minimiza o anula los factores de riesgo que se han implementado en los infractores o en quienes han sido victimizados.

La prevención terciaria se encuentra ligada a la intervención en cuanto que trabajan sobre las figuras producto de las conductas delictivas. Por ello, será tratada e incluida entre los instrumentos de intervención directa con la víctima, el agresor, los familiares y el resto del entorno social del menor que indirectamente esté involucrado en su comportamiento.

Otras medidas de intervención serán la formación del profesorado, para que obtengan las estrategias, habilidades y herramientas necesarias que les permitan estar preparados para saber cómo detectar, detener, intervenir y prevenir estas conductas; incentivar las denuncias ante los organismos oficiales y; la cooperación con entidades como FAPA, AMPA, AFA e incluso el Ministerio de Educación y sus delegaciones territoriales, entre otras.

 

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JUSTICIA RESTAURATIVA Y MEDIACIÓN PARA JÓVENES: Una aproximación a la mediación en el ámbito escolar

Por:
Sheila El Hajje Sánchez
Melanie Lázaro Mewes
(GRUPO DE TRABAJO CRIMINOLOGÍA EDUCATIVA DEL COLEGIO PROFESIONAL DE LA CRIMINOLOGÍA DE LA COMUNIDAD DE MADRID)

La Justicia restaurativa puede aplicarse para prevenir el conflicto, la violencia y la infracción en la escuela o la comunidad. Incluye la mediación directa y la resolución de conflictos convirtiendo al infractor en responsable ante sí mismo, su delito y las otras partes afectadas, al mismo tiempo que le brinda aprendizaje de vida respetuosa.

Es importante que desde la infancia se les enseñe a los niños a gestionar los problemas de manera pacífica, con apoyo, aportando argumentos razonados, empatizando con el otro, pero sobre todo, ayudándolos a entender que aunque todos podemos cometer errores, debemos saber cómo reparar el daño causado a la otra persona. Aquí es donde la mediación juega un papel fundamental. Lógicamente tendrá una dinámica distinta en el ámbito infantil, que en el ámbito de la adolescencia, pero la esencia será la misma: aprender a distinguir comportamientos injustos/desproporcionados para concluir su desarrollo cuanto antes.

La mediación en términos generales es un proceso de negociación a través del cual las partes involucradas en un conflicto intentan resolverlo por sí mismas, con la ayuda de un tercero imparcial (mediador), que actúa sin facultad decisoria propia. A continuación, nos gustaría trasladar esta sencilla definición al ámbito escolar, concretamente a los casos de mayor gravedad, el acoso entre compañeros/as.

Cuando hablamos de acoso escolar nos estamos refiriendo a situaciones en las que uno o varios alumnos/as persiguen e intimidan a otro/a mediante insultos, rumores, vejaciones, aislamiento social, motes, agresiones físicas, amenazas, coacciones, entre otros, pudiendo desarrollarse a lo largo de meses e incluso años, siendo sus consecuencias ciertamente devastadoras para la víctima, e incluso para los espectadores.

La pregunta esencial es la siguiente: ¿por qué se produce el acoso escolar? Las causas responden básicamente a una predisposición a la violencia en el agresor por motivos psicológicos y de personalidad, y un entorno familiar y social con antecedentes de violencia o de justificación hacia la misma. Asimismo, una deficiente pedagogía sobre lo que es el acoso escolar y el deber de denunciarlo puede empujar a los compañeros de la víctima a actuar como sujetos pasivos, reforzando de esta manera el

comportamiento del acosador/a y ayudando a que se perpetúe, sin que éste pueda ser atajado a tiempo por los profesores o padres.

Puestas las definiciones sobre el papel, nos encontramos con tres figuras:

  1. “La víctima”: alumno/a acosado/a.
  2. “Los espectadores/ras”. Aquellos alumnos que observan el comportamiento pudiendo llevar a cabo tres acciones: apoyar el comportamiento de acoso, animando al acosador o repitiendo sus comportamientos; actuar de manera pasiva, es decir, los alumnos/as son capaces de reconocer que ese comportamiento es injusto y no debería llevarse a cabo, pero por diversos factores (miedo, sentimiento de inferioridad, etc.) no reaccionan como deberían; y por último, actuar en contra del acoso, dando un toque de atención al acosador/a o avisando a una figura de autoridad para que pueda solucionar el conflicto (profesorado, padres, o cualquier otra figura semejante).
  3. “El acosador”: ejecuta individualmente o en grupo los actos contra la víctima de forma continua, durante meses, cursos enteros o incluso años. El perfil del acosador suele ser el de una persona físicamente fuerte, impulsiva, dominante, con conductas antisociales y con una ausencia total de empatía con sus víctimas.
1 2 JUSTICIA RESTAURATIVA Y MEDIACIÓN PARA JÓVENES: Una aproximación a la mediación en el ámbito escolar

 

 

Hasta el momento se han tipificado 6 tipos de acoso escolar. El tipo de acoso más común es el físico (especialmente entre chicos). Incluye golpes, empujones e incluso palizas entre uno o varios agresores contra una sola víctima. En ocasiones, se produce también el robo o daño intencionado de las pertenencias de las víctimas.

En segundo lugar encontramos el acoso psicológico. Existe una persecución, intimidación, tiranía, chantaje, manipulación y amenazas al otro. Son acciones que dañan la autoestima de la víctima y fomentan su sensación de temor, con el problema añadido de que son las más difíciles de detectar por parte de profesores o padres porque son formas de acoso o   situación.

Frecuentemente, los agresores utilizan esta forma de acoso con el fin de subrayar, reforzar o resaltar acciones llevadas a cabo con anterioridad, manteniendo así latente la amenaza. Incrementan la fuerza del maltrato, pues el acosador exhibe un poder mayor al mostrar que es capaz de amenazar aunque esté presente una figura de autoridad. En el agredido, aumenta el sentimiento de indefensión y vulnerabilidad, pues percibe este atrevimiento como una amenaza que tarde o temprano se materializará de manera más contundente. Pueden consistir, por ejemplo, en una mirada, una señal obscena, una cara desagradable o un gesto.

En tercer lugar se encuentra el acoso verbal. Son acciones no corporales con la finalidad de discriminar, difundir chismes o rumores, realizar acciones de exclusión o bromas insultantes y repetidas del tipo poner apodos, insultar, amenazar, burlarse, reírse de los otros, generar rumores de carácter racista o sexual, etc. Es más utilizado por algunas chicas a medida que se van acercando a la adolescencia.

En cuarto lugar está acoso social. Mediante este tipo de acoso se pretende aislar al niño o joven del resto del grupo, ignorándolo, aislándolo y excluyéndolo del resto. Puede ser: directo (excluir, no dejar participar a la víctima en actividades, sacarlos del grupo) o indirecto (ignorar, tratar como un objeto, como si no existiera o hacer ver que no está ahí).

En quinto lugar, y con un crecimiento exponencial, el “Ciberbullying”, tipo de acoso muy grave y preocupante por la gran visibilidad y alcance que se logra de los actos de humillación contra la víctima y el anonimato en que pueden permanecer los acosadores. Los canales son muy variados: SMS, tablets, ordenadores,  páginas web, blogs,  juegos on-line, correos electrónicos, chats,  redes sociales, etc.

Ahora que nos hemos puesto en situación, conocemos por qué se produce el acoso y quiénes son sus protagonistas, así como sus principales tipologías, introduciremos cómo la mediación puede ser útil para prevenir futuros casos de acoso o, al menos, disminuir su magnitud.

La mediación escolar no solo es una estrategia de resolución de conflictos, sino que conlleva una serie de valores y procedimientos que educan en la cultura de la paz y consolida formas de actuación y gestión de los conflictos profundamente participativas y democráticas.

Las principales ventajas de introducir un programa de mediación en el ámbito escolar son las siguientes:

  • Mejora la convivencia.
  • Favorece el desarrollo de la empatía.
  • Favorece la comunicación alumno/a-alumno/a y alumno/a-profesor/a.
  • Disminución de conflictos.
  • Disminución de expedientes disciplinarios.
  • Mejora las habilidades sociales.
  • Favorece que haya una mayor responsabilidad en el alumnado.
2 1 JUSTICIA RESTAURATIVA Y MEDIACIÓN PARA JÓVENES: Una aproximación a la mediación en el ámbito escolar

 

Fuentes consultadas:

  • Instituto Internacional ProMediación. 2021. Mediación Escolar, cómo prevenir y gestionar conflictos en las aulas. [online] Available at: <https://www.promediacion.com/mediacion-escolar/> [Accessed 28 March 2021].
  • Junta de Andalucía. 2021. Junta de Andalucía – Qué es la mediación. [online] Available at: <https://www.juntadeandalucia.es/organismos/turismoregeneracionjusticiayadministracionlocal/areas/justicia/mediacion/paginas/que-es-mediacion.html> [Accessed 28 March 2021].
  • Universidadviu.com. 2021. Las diversas formas de bullying: físico, psicológico, verbal, sexual, social y ciberbullying | VIU. [online] Available at: <https://www.universidadviu.com/es/actualidad/nuestros-expertos/las-diversas-formas-de-bullying-fisico-psicologico-verbal-sexual> [Accessed 28 March 2021].
  • hacerfamilia.com. 2021. Mediación: así se aplica en el acoso escolar. [online] Available at: <https://www.hacerfamilia.com/educacion/mediacion-20180109150639.html> [Accessed 28 March 2021].
  • Universidadviu.com. 2021. Causas de acoso escolar y cómo abordarlas | VIU. [online] Available at: <https://www.universidadviu.com/es/actualidad/nuestros-expertos/causas-de-acoso-escolar-y-como-abordarlas> [Accessed 28 March 2021].